El emblemático edificio
inaugurado en Barcelona en el 2014, que actualmente acoge las principales
organizaciones relacionadas con el diseño, Museu del Diseny de Barcelona,
muestra hasta el 31 de marzo, las mejores sonrisas de la publicidad estática de
principios del siglo XX.
Se trata de una nostálgica
colección de 250 carteles de cartón, hojalata y baldosas de cerámica de
diversas marcas de consumo que invadieron las calles, los escaparates e incluso
las fachadas de las casas entre los años 1890 y 1950.
Como estudiante de diseño
gráfico en los años setenta, y después de realizar, durante muchas semanas, el
logotipo de COCA-COLA, con un tiralíneas con tinta y plantillas curvadas, supe
apreciar profundamente a los ilustradores y creativos de aquella época por su
habilidad con el pincel, la plumilla o el aerógrafo.
Marcas de alimentación,
bebidas, perfumería y cosmética, droguería, industria, seguros,
textil o automoción, irrumpieron, muchas de ellas, durante una postguerra en la
que la clase trabajadora efectuaba grandes esfuerzos para llegar a fin de mes.
La imagen de un simpático
mayordomo mofletudo anunciando un producto de limpieza para metales, resultaba
paradójico. (En mi casa recuerdo que los pocos metales que existían, se limpiaban con bicarbonato…)
Fueron exitosas también, las
campañas de los vinos espumosos, mientras que en la mayoría de los hogares, se
bebía este producto solamente el día de Navidad.
La ilustración de un elegante
señor trajeado, contemplando con satisfacción dos rutilantes neumáticos bajo el
slogan: “Esta es la marca de calidad”, reflejaba más bien al típico estadounidense
en busca del “sueño americano” (No sé si
mi padre llegó a ver este precioso cartel troquelado. De todas formas en casa
no teníamos vehículo…)
Los creativos de las marcas de
un ron francés denominado “negrita” y un chocolate fundado en Barcelona, no
debieron tener ningún tipo de perjuicios a la hora de ilustrar a sendas señoras
de piel oscura y con evidentes signos de servilismo, para publicar sus
característicos materiales gráficos.
Al margen de la pura semántica
manifestada en los diseños de estas pequeñas obras de arte, debo confesar que
como expresión gráfica, resultó tener un impacto publicitario notable en aquella
época y a lo largo de más de cien años después.