Mi abuela decía que los que hablaban solos estaban locos de atar... Probablemente, mi abuela tuviera algo de razón...
ANDORRA
De vez en cuando tengo la
sana costumbre de escaparme a Andorra un día laborable y en temporada baja.
Aunque en aquel diminuto país pirenaico, no sé si están establecidas las
temporadas de una manera clara.
Creo que últimamente para algunos, les da lo mismo la temporada,
mientras las entidades bancarias estén abiertas...
También es cierto que hoy
día, los motivos de ir a Andorra son sencillamente por que te da la gana.
Al menos, es lo que opina el que rubrica este
blog. No me deslizo por la nieve con ningún artilugio pegado a los pies, no me
seduce emular a las cabras salvajes subiendo y bajando montañas, detesto el
chándal, no uso zapatillas ni practico ningún deporte de riesgo. Tampoco tengo ninguna amante para realizar una
escapada romántica en alguna estación termal y por supuesto los únicos euros
que ingreso en el principado son en alguna tienda, restaurante u hotel.
Antes, mucho antes, ir a
comprar, porque la gente iba exclusivamente a comprar a Andorra, se consideraba las rebajas permanentes del Corte Inglés, pero con un ápice de
riesgo-aventurero.
Me explico: por aquel entonces, en nuestro pequeño vecino país, se concentraba una serie de artículos muy atractivos
y a buen precio, en relación con los de la Península y Baleares, claro.
Canarias siempre ha comido aparte.
Pues los ávidos y compulsivos
compradores, lo compraban todo, ya fuera Semana Santa, Verano, Navidad o Reyes,
pero en las fronteras, porque, habían dos fronteras claro, una de ellas, no
hace falta especificar cual de ellas, de vez en cuando no hacían la vista gorda
y registraban hasta la rueda de recambio.
Para los pobres incautos,
aquella salida al país de las rebajas, les salía la torta un pan.
Hoy, unos especímenes nuevos
visitantes, no compran nada pero ingresan todo. Andorra siempre ha sido una
hucha. Antes se beneficiaban los comercios, ahora las entidades bancarias.
Es curioso, los mismos
guardia civiles que te registraban al regresar de Andorra por si llevabas algún
cartón de tabaco de más, ahora te registran a la ida por si llevas algún fajo
de Euros... también de más.
En mi caso, con un 600 y cuatro
amigotes más, atolondrados adolescentes de los años setenta, viajar a Andorra y
a Francia, países arraigados a unas fortalecidas democracias, significaba
conseguir la “manzana prohibida”… bueno, es una metáfora.
El Principado de Andorra con
un gobierno que no gobierna, pero con dos Jefes de Estado: el Obispo de la Seu
de Urgell y el Presidente de la República Francesa, ambos en calidad de
copríncipes, un tándem explosivo pero de acuerdo con la Constitución andorrana…
nos atraía por sus compras prohibitivas.
Significaba comprar discos,
libros, revistas, posters… censurados en nuestro país. Bueno, quiero decir, un
disco, un libro, una revista…Nuestra precaria y miserable economía no daba para
más.
De todas maneras, ¿quién era
el virtuoso que podía esconder un “elepé” en el capó de un 600…?
Porque os recuerdo que el 600
no tenía ma-le-te-ro. Debajo del diminuto capó, aparte de la rueda de repuesto y el depósito de la gasolina,
¿cabía algo más…?
Si se viajaba con alguna maleta
se ubicaba arriba en el techo, sujetada con unas gomas elásticas o “pulpos”
encima de una especie de parrilla, llamada propiamente: “baca”.
No era nuestro caso, ya que
ninguno de nosotros teníamos maletas. Personalmente, yo me compré la primera
cuando tuve treinta años.
También debo confesar que entre
los cinco comprábamos una botella de whisky y un par de cartones de tabaco, en
este caso no hacía falta ocultarlos porque se consumían en un santiamén.
Luego cruzábamos los Pirineos
por El Pas de la Casa para llegar a Francia.
Este romántico, bohemio y
hospitalario país de ilustres exiliados republicanos…
Esa Francia, enarbolando su
“Liberté”, “Égalité” e “Fraternité” y demostrando al mundo entero su heroicidad
en el inolvidable mayo del 68, que nos cautivó a todos … Esa ciudad de París…
que nos conformábamos viéndola en el cine…
Pero nosotros, con el 600
sólo llegábamos a Perpiñan, visionar una “peli” erótica, políticamente
incorrecta, de arte y ensayo y por supuesto, subtitulada.
Después de la sesión,
regresábamos a casa cruzando tranquilamente y satisfechos, la frontera de Le
Perthus, sin registros ni retenciones.
Ahora ya no es lo mismo. Las
gangas no existen y a excepción de algunos pocos productos, que personalmente
los desconozco, los precios son parecidos a los de la Península. Pero si lo
calculas detenidamente, ir a Andorra cuesta un pastón.
Antes con el 600, que gastaba
menos que un “Zippo”, no existían ni autopistas ni túneles y comíamos un bocata
que llevábamos en la mochila, sólo contábamos las interminables horas de viaje.
Hoy, el recorrido se hace en
un santiamén, es verdad. Con una superautopista y un supertúnel, de pago,
claro.
Y por supuesto, ya que estás
allí, compras. Y un servidor, que soy muy avispado, todo lo que compro es más
caro que en el súper de mi pueblo.
Y al mediodía almuerzas en una “borda”, ahora están de moda, y si tienen estrellas, mejor.
Y al mediodía almuerzas en una “borda”, ahora están de moda, y si tienen estrellas, mejor.
Debe confesar
que tuve una alegría al encontrar una tienda de discos abierta. Desgraciadamente vacía.
Ahora nadie compra música, es una lástima.
Y pude comprobar con satisfacción
los económicos precios de los CD.
Pues sí, la mayoría de las
tiendas estaban medio vacías. Aquella multitud en las perfumerías, en los
bazares de electrónica, las colas comprando quesos, mantequillas, licores,
tabacos, azúcar y estropajos… las esperas en los talleres para comprar llantas
nuevas para el coche o en invierno adquiriendo los equipos completos de esquí
para toda la familia.
Ese ajetreo, esas prisas, ese
agobio, ese derroche de primeros de mes. Todo ese encanto, ya se ha perdido en
Andorra.
Recuerdo que la última vez
que visité el Principado, encontré a muy poca gente. Podías entrar en las
tiendas y te atendían tranquilamente,
Tan sólo tropecé con una
multitud de personas delante de un banco… me refiero a una entidad bancaria,
claro.
Mi curiosidad me apremió a
preguntar y la respuesta fue contundente:
-¡Es la familia Pujol que están tramitando lo del avi
Florenci…!
Yo creo que hoy en Andorra,
las aglomeraciones se concentran en las entidades bancarias…
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