domingo, 4 de octubre de 2015

MIS HOTELES CON "GLAMOUR" 6


Un hotel no es solo una habitación para dormir



La obsesión permanente de las Monarquías Árabes del Golfo Pérsico en superar la cuna de los países de Occidente, les ha llevado a edificar constantemente, impresionantes   "megaconstrucciones" y obtener la nomenclatura más preciada para estos Emiratos: "...el más grande... el más alto... el más caro... etc. etc. del mundo..."

Y así nos encontramos, por ejemplo en Dubái, con el edificio más alto del mundo, el centro comercial más grande del mundo, y en Abu Dhabi, la mezquita y el parque temático (Ferrari), más grande mundo. Sólo para poner pocos ejemplos.
Bien, pues también, en Dubái, consiguieron edificar el hotel más lujoso, más caro y... también más hortera del mundo -
perdón, el último adjetivo es una apreciación totalmente personal-.
El Hotel Buj Al Arab en Dubái, es un espectacular edificio construido en una isla artificial a trescientos metros de la costa.
Tiene una altura de 320 metros y tan solo cuenta con 200 habitaciones, -claro que todas son suites y la más pequeña tan sólo ocupa una área de 170 metros-.
El Buj Al Arab está catalogado oficialmente con seis estrellas, aunque alguien le ha añadido otra de propina.
Evidentemente por la excesiva exuberancia despilfarrada en cada metro cuadrado del edificio, que yo añadiría, que acaricia la obscenidad, podrían otorgarle catorce estrellas.
Teniendo en cuenta la peculiar estética de los árabes, todo esta voluptuosidad de mal gusto, es bastante comprensible.
Por cierto, queda escrito que solamente he comentado la... "estética", dejaremos para otro día la "ética".
Como ejemplos que me llamaron la atención -aunque tan solo pernocté una noche- podría comentar el rimbombante vestíbulo que tiene una altura de 180 metros y en él se encuentra un espectáculo de luces multicolores, fuentes de agua y acuarios gigantes.
A petición de un Jeque de Dubái, amo y señor del Hotel y demás insignificantes edificios de la ciudad, la diseñadora china Khuan Chew, tuvo que utilizar enormes cantidades de mármol, terciopelo y hojas de oro para decorar el atrio y otros espacios.
Huelga decir que la docena de ascensores interiores que dispone el Hotel, son como cajas resplandecientes doradas y tuve que usar mis gafas oscuras para no perjudica mis delicadas pupilas.
Cada planta del edificio, dispone de su propia recepción y un servicio de mayordomo que si tienes tiempo y no tienes perjuicios, te acomoda en la habitación, todas duplex, y te organiza la ropa de la maleta en sus respectivos armarios con delicadez y pulcritud. No fue mi caso. No tuve tiempo ni de abrirla, pero para satisfacer mis sueños de Lord inglés y tenía al uniformado mayordomo enfrente, le pedí que me sirviera un whisky con hielo.
Otro detalle de cortesía del Buj Al Arab es el surtido de colonias Hermés, para señoras y caballeros, que puedes utilizar y llevarte de recuerdo, por supuesto.
Si alguien desea gastarse centenares de euros y pernoctar en el glamuroso hotel, podéis cenar en el Al Mahara, uno de los restaurantes que está ubicado bajo el mar y observar una maravillosa vista subacuática mientras saboreáis alguna sutileza de la gastronomía árabe.
¡Ah! se me olvidaba, cuando lleguéis al aeropuerto de Dubái y no queréis tomar ningún taxi, el Buj Al Arab, pone a vuestra disposición o bien su helicóptero que aterrizará en el helipuerto del propio edificio o alguno de los Rolls Royce Silver Seraph.
Indudablemente, estos peculiares y distinguidos servicios no son gentileza del Jeque...
¡Ni os imagináis cuánto cuesta!
En esta vida, todo tiene un precio, en mi caso y en esta ocasión, lo desconozco, pero la experiencia fue inolvidable.

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