Un hotel no es solo una habitación para dormir...
Estos establecimientos en los que he permanecido algunas semanas, varios días y en unos casos... horas, han sido el refugio anhelado en un lugar insólito con una soledad efímera pero intensa.
Durante muchos años tuve que viajar con bastante frecuencia por medio mundo visitando numerosos hoteles y pernoctar en muchos de ellos y no pretendo recomendar ni aconsejar ninguno. No soy ningún agente de viajes ni intento serlo y probablemente algunos de estos hoteles hayan cambiado el nombre, pertenezcan a otra cadena hotelera o quizá ya no existan, aunque mis breves comentarios aplique el verbo en tiempo presente...
Lo cierto es que jamás los olvidaré.
HOTEL CAPOTAORMINA
Sicilia - Italia
Ciertamente,
el nombre de este hotel enclavado en un acantilado del Mar Jónico en la llamada
Perla del Mediterráneo, no parece que evoque mucho glamour, pero nada
más lejos de la realidad. Pensad que si no fuera así no aparecería en mi blog.
Sin
profundizar en la semántica lingüista del nombre, podemos deducir que se
compone de dos palabras “CAPO” que todos lo asociamos al jefe de una mafia y si
hablamos de Sicilia, obviamente sería el capo de la “Cosa Nostra” y
“TAORMINA” que es el centro turístico más importante de la isla y que se
encuentra cerca del hotel.
Con
la ayuda del poeta alemán, Gothe que en una visita a la ciudad, se enamoró
locamente de ella y después de exaltarla se convirtió en visita obligada para
los amantes de la cultura y del arte.
Sin
especular más allá de lo razonable uno puede pensar lo siguiente: “un capo
de la mafia “Casa Nostra” siciliana se ha comprado una casita para sus
amiguitos...”
Sin
embargo, durante los días que permanecí en el hotel, no percibí ningún atisbo
de personajes misteriosos. También es cierto que yo observaba si merodeaban
señores con trajes cruzados y sombreros ladeados.
Ni
tampoco, ningún hombretón se me acercó con la mano extendida para que le besara
alguno de los anillos que envolvían los regordetes dedos de la mano.
Lo
del brazo extendido luciendo el dorsal de la mano, me viene a la memoria mis
años de adolescente en un colegio de “hermanos” que tenían mucha
afición, entre otras frivolidades, de acercarte la mano para que las besaras.
En
el fondo... muy en el fondo, todos nosotros, me refiero a los niños de siete, ocho
y nueve años... la mayoría, nos alegraba que vinieran de frente... por detrás,
nunca sabías a que atenerte...
Bien,
seguimos con el hotel...
Decía
que está enclavado en un pequeño acantilado sobre el mar y lo convierte en un
espectacular mirador de a Bahía de las Sirenas, de los escarpados
acantilados del cabo de San Andrea y la cresta rocosa del cabo de Taormina.
Un
precioso hotel en la isla más grande del Mediterráneo, separada del resto de
Italia por el estrecho de Mesina que en su parte más estrecha su anchura es de
tan solo tres kilómetros.
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