jueves, 29 de septiembre de 2016

A TRAVÉS DE LA CORTINILLA 17


GUATEMALA

Iglesia de Santo Tomás
Chichicastenango



Chichicastenango, es una pequeña población que se encuentra a 145 km. de la ciudad de Guatemala, en el Departamento de Quiché y es muy conocida por dos aspectos bien diferenciados:
Todos los jueves y domingos, desde la primera hora de la mañana, los indígenas guatemaltecos, mayoritariamente pertenecientes a la etnia quiché, llegan de todos los rincones del país para orar, pedir buenas cosechas, salud para los familiares y vender los productos más variopintos en el mercado tradicional considerado el más grande de Centroamérica y convertido en un icono para la ciudad.
Todo lo que os podáis imaginar tiene cabida en los tenderetes instalados en el centro de la pequeña ciudad.
Lo más destacado: las telas multicolores que predominan expuestas en los puestos de venta y como prendas típicas de los vendedores.



La segunda estampa  característica de Chichicastenango es la Iglesia de Santo Tomás, antiguo monasterio dominico de más de 400 años de antigüedad.
Se construyó sobre un sitio arqueológico prehispánico en el año 1540 y es un claro ejemplo del esplendor de la arquitectura colonial.
Debo confesar que la actual situación de conservación es lamentable, (os hablo del año 2008).
En sus 18 escalones, uno por cada mes del año del calendario maya, se concentran infinidad de personas que, entre la precariedad de sus peldaños y la muchedumbre se hace muy difícil subir hasta la puerta de entrada.
Entre esta aglomeración, se encuentran sacerdotes quemando incienso e indígenas que a falta de tenderetes, venden sus mercancías en las escaleras.
La Iglesia de Santo Tomás es el centro de reunión para los rezos.
Si en el exterior, la envuelve una nube espesa por el incienso, las paredes del interior, una sala diáfana, están ennegrecidas por el humo del incienso que los feligreses prenden para sus plegarias. 
Pero lo más interesante de esta Iglesia fue lo que cuenta la historia.
Fray Francisco Ximénez, fue un fraile dominico español que después de predicar por dintintas oblaciones de Guatemala y México, fue transferido a Santo Tomás en 1701. Allí aprendió el quiché, un compendio de lenguas mayenses y hablado por una buena parte de indígenas guatemaltecos.
En la Iglesia de Santo Tomás en Chichicastenango, fue descubierto el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, que cuenta el origen de la humanidad.
El Popol Vuch, fue una obra escrita, es español y en quiché, en el año 1550 por un indígena que según cuentan, la transcribió de una declaración oral de un anciano.
El padre Ximénez, conservó el manuscrito y tradujo los textos. No obstante, se ha podido verificar que el fraile dominico realizó una “versión libre” en la traducción y aprovechando la ocasión, evangelizar a los pobres indígenas.

Entre los curas con su obsesión de cristianizar y los conquistadores con su obcecación de cortarles la cabeza... maldita la gracia que les hizo ver, por primera vez, a Crsitobal Colón...


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