sábado, 10 de septiembre de 2016

MI NOVELA CHARLIE



Capítulo cuarto

Eldrick Starkey se encontraba junto a su abogado y director de campaña, en el estudio de maquillaje de la cadena de “TV CBS Broadcasting Inc”, en los estudios de grabación de la ciudad de Houston en Texas.
A Eldrick Starkey le estaban polvoreando la cara mientras escuchaba los últimos recordatorios de su asesor personal.En breves minutos iba a salir en antena entrevistado por la conocida periodista de color y presentadora Diane Gaines, directora del magazine matinal “Morning News” para emitir un programa especial en circuito cerrado para el estado de Texas.Diane Gaines había negociado realizar una serie de entrevistas a los candidatos a senadores y gobernadores de los partidos demócrata y republicano de los estados de Norteamérica en las elecciones primarias, preámbuloa las generales que se celebrarían el próximo 1988.Eldrick Starkey era el primogénito del terrateniente milmillonarioAriel Starkey, de origen judío y octogenario, propietario de un espectacularrancho con trescientas mil acres en Fort Worth, en el estado de Texas.Ariel Starkey comenzó su exitoso negocio con la cría de ganado en una pequeña granja hasta que el destino lo agració con el hallazgo de petróleo y gas natural en su reducido terreno.El entonces joven Eldrick continuó expandiendo los intereses de su padre hasta que en 1959 estalló la guerra en el Sudeste Asiático.Eldrick combatió en el Vietnam, permaneciendo en aquel país hasta finalizar la contienda, llegando a alcanzar el rango de capitán en una prometedora carrera militar.A su regreso de Vietnam, e influenciado por su padre, abandonó sus aspiraciones castrenses para dedicarse a la política.Con el inestimable e incondicional apoyo moral y económico del patriarca judío y el beneplácito sin concesiones de los republicanos, el primogénito de uno de los principales mecenas del partido se lanzó al escenariopolítico consiguiendo la alcaldía de Amarillo, una ciudad ubicada en el norte de Texas, donde su padre también era propietario de una vasta extensión de terrenos con centenares de reses.Ahora, y después de renunciar a una nueva reelección en el Ayuntamiento de Amarillo, su próxima meta sería el anhelado despacho de Gobernador del estado de Texas.Diane Gaines comenzó su entrevista con su característica locución mordaz y sarcástica y precipitadamente se apartó del guión establecido, emplazando a su interrogado a una situación embarazosa.Robert Dunetz, su asesor personal y director de campaña, permanecía atento, alejado del plató de grabación pero visible ante la mirada y la conducta incómoda de su cliente. Robert, balanceando las dos manos, le transmitía la suficiente tranquilidad para que superara aquellos largos minutosde agobio.La conductora del programa cambió de talante, y le concedió dos minutos para que presentara, de manera sintetizada, las principales propuestas de su programa.El aspirante a gobernador tenía muy bien estudiado su breve monólogo y evadiéndose conscientemente de exponer las líneas fundamentales de su programa, increpó de manera generalizada a sus contrincantes y apolíticos del Partido Demócrata, calificándolos de parlanchines y temerosos de ejecutar iniciativas drásticas.-...El pueblo norteamericano merece mucho más de lo que tiene ahora...Y necesita ensalzar los valores morales y religiosos que se están transgrediendo...Eldrick Starkey seguía su retórica conservadora y de carácter xenófoba, cuando se postuló como combatiente acérrimo en impedir, de manera definitiva, la entrada de inmigrantes mexicanos en la frontera de Texas y extraditar a todos los “sin papeles”.
-...El estado de Texas será un ejemplo a seguir por el resto de los estados de Norteamérica, cuando estemos limpios de parásitos, vagabundos y vividores...El republicano tejano lanzó, sin contemplaciones, una cruzada contra la eutanasia, la homosexualidad y el aborto y defendió a ultranza la pena capital.Diane Gaines, perpleja y sorprendida por la intransigencia de su invitado, censuró educadamente su incongruencia ideológica entre la vida y la muerte.-Señorita Gaines, se debe aplicar la ley en todos los sentidos. Y en determinados casos, debe ser implacable.Contestó Eldrick Starkey.La presentadora, declinando la polémica, solicitó a su entrevistado que atendiera a las preguntas de unos oyentes.-Señor Starkey... si a usted le parece bien, escuchemos a nuestros televidentes.La primera pregunta la protagonizó un jubilado republicano que aplaudió las propuestas del candidato, lo cual fortaleció anímicamente a Eldrick Starkey.La segunda voz que se emitió en antena era fonéticamente distinta a la anterior y con un grado de ironía cáustica y entrecortada, a la vez que resultaba algo distorsionada, por lo que tanto el protagonista del plató como su asesor, a cierta distancia, fruncieron el ceño.Diane, con disimulo miró a su realizador y optaron en mantener la conexión telefónica.-...Buenos días, señor Starkey... O prefiere que le llame ¿capitán Starkey...?Perdone mi inoportuno resfriado. Me llamo Curtis... Soldado Curtis.Curtis Alexander Reynolds. No... No sabe quién soy capitán. En Vietnam éramosmuchos soldados y, concretamente en el Primer Batallón de la 20ª División de Infantería Estadounidense, éramos cien. Cien jóvenes, valientes y patriotassoldados... La compañía “Charlie”... Así nos llamaban... ”Charlie”. De eso sí se debe acordar. No, ¿capitán Starkey?El vaso de agua que sostenía Eldrick Starkey en sus manos se deslizó entre los dedos y cayó en la moqueta del plató.La voz anónima recordó un pasado tan ingrato como perturbador para el político.-…”Tú no estás resfriado, cabrón. Estás falseando tu propia voz…”Robert Dunetz, el abogado y asesor personal del protagonista del programa, era consciente del peligroso tema con el que aquel individuo, con su falso resfriado, había conseguido llamar la atención.-Hoy quedamos muy pocos de aquella compañía... Muchos, precisamente se quedaron allí... en Vietnam. Fueron los denominados: “desaparecidos en combate”.De los que regresamos... más de una docena no lo superaron y se quitaron la vida...Se suicidaron... sin más. Yo he tenido mucha suerte. Me dejé una pierna en la jungla y luego me amputaron la otra porque se me gangrenó y ahora estoy atado literalmente a una silla de ruedas y unido sentimentalmente a una botellade bourbon... pero vivo... ¿No le parece, capitán Starkey, que he tenido mucha suerte? ¿Sabe usted capitán, que hay varios “Charlie” que se encuentran en el corredor de la muerte...? Condenados a una inyección letal o a la sillaeléctrica... Métodos contundentes que usted defiende tenazmente para desaparecer de este mundo... aunque muchos de ellos, en alguna ocasión lo hayan deseado...Otros están encerrados en Hospitales Psiquiátricos... Algunos llevan esas camisas atadas al cuerpo para evitar que con los brazos, emulando llevar un fusil, disparen a todo el mundo... ¡Pobres desdichados! Sin un M16 en las manos son inofensivos, pero... Y también hay un montón de jóvenes, porque... todavía son jóvenes capitán, que están internados en centros de desintoxicación.Empezaron a beber y a pincharse en el frente... En Vietnam empezaron sus adicciones. Y lo más curioso... es que, últimamente han encontrado a varios ex soldados de la compañía “Charlie” junto a su familia, todos ellos asesinadosen circunstancias extrañas... Usted desconoce la verdadera realidad, capitán Starkey... Usted fue el responsable de aquella compañía... Fue responsable de que los “Charlie” fueran auténticos soldados... infalibles... héroes... y de quealgunos dejaran su vida en aquel lugar inhóspito que en los mapas de las escuelas de nuestros abuelos no figuraba.Sí, capitán Starkey, muchos jóvenes lucharon y perdieron la vida contra un enemigo que jamás habían visto... pero los Estados Unidos de Norteamérica nos instigó a que el Vietcong era el adversario hostil y había que eliminarlo...¡Qué barbaridad...!La voz dejó de hablar y se estableció una pausa.-¿Señor? ¿Está usted ahí...?Preguntó Diane Gaines.-Se acuerda de ¿My Lai...?El oyente prosiguió su monólogo y en aquel momento, Robert Dunetz se levantó de su butaca como una exhalación y gesticulando con sus manos exigía, sin resultado, a los técnicos del programa que cortaran la comunicación.-¡Por supuesto que se acuerda! ¡Todos no acordamos, capitán! ¡Todos nos acordamos... menos los quinientos inocentes asesinados que dejamos en aquella aldea después de que la compañía “Charlie” la arrasara sin contemplación...Allí, en la pequeña y tranquila aldea de My Lai, los valientes soldados del Primer Batallón de la 20ª División de Infantería Estadounidense, nos exasperamos y saciamos nuestro odio con aquellos campesinos..Alguna vez me lo he preguntado: ¿Por qué les teníamos tanto odio? Niaquellos aldeanos ni ningún vietnamita, ni del norte ni del sur, nos había hecho nada. No era nuestra guerra...¿No es cierto, capitán Starkey?Sabe usted que la mayoría de los soldados de su compañía y antes de meternos en aquel berenjenal, no sabíamos dónde se encontraba Vietnam...¡Qué curioso...!Pues como decía, en aquel caserío alguien dijo: ¡”Todos son ancianos, mujeres y niños... No hay ningún guerrillero...”!Y un oficial respondió: "Maten todo lo que se mueva...” ¿Maten todo lo que se mueva...?¿Quién pudo decir semejante barbaridad, capitán...? No había muchos oficiales en aquella... masacre. O ¿cómo lo llamaría usted, capitán Starkey.?Si la memoria no me falla, y desgraciadamente me acuerdo de todo... usted llegó en el último helicóptero. Precisamente yo me quedé rezagado... Me ordenaron quemar una choza... recuerdo que en su interior había heridos, varias mujeres y niños pero... cumplía órdenes. ¡Todos cumplíamos ordenes!Ésta fue... la clave.Cuando salí de aquel cobertizo en llamas lo vi. Era difícil identificarlo, con el uniforme, el casco y la cara embadurnada de camuflaje... Pero su inconfundible revólver Smith&Wesson 44 Magnum plateado con las cachas de asta de... ciervo lo delató. ¿Eran de ciervo, capitán Starkey...? Era un arma letal. El característico estruendo al apretar el gatillo... era inconfundible.¡Qué curioso! Los campesinos se creían que aquel reluciente armatoste era un juguete...Tan brillante. Tan grande...¡Pobres desgraciados! Luego se dieron cuenta de que no... No era un juguete...Pero fue demasiado tarde...¿Todavía lo conserva, capitán...?No quiero entretenerle más, capitán Starkey. Usted está en plena campaña y no debe distraerse con viejas hazañas bélicas...Por cierto, capitán... No se preocupe por este vergonzoso episodio de la guerra de Vietnam. Después delo de My Lai, con los muchachos hicimos un pacto de silencio...Ya sé que lo he roto... Ha sido un simple comentario, entre usted y yo... bueno, he hablado yosolo... pero usted me ha escuchado, ¿no es cierto, capitán Starkey? Creo que la gente lo ha olvidado... Al pobre sargento lo juzgaron, condenaron y lo absolvieron...El gobierno tuvo una cabeza de turco para dar carpetazo a esa tragedia de Vietnam. No les convenía echar mucha leña al fuego... ¿verdad? A nosotros nos dejaron que nuestra conciencia nos pudriera por dentro y a usted...Dios le juzgará capitán Starkey... Dios le juzgará.Se oyó el sonido del interruptor y el pitido prolongado de la línea.


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