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Capítulo cuarto
Eldrick Starkey se encontraba junto a su
abogado y director de campaña, en el estudio de maquillaje de la cadena de
“TV CBS Broadcasting Inc”, en los estudios de grabación de la ciudad de Houston en Texas.
A Eldrick Starkey le estaban polvoreando la
cara mientras escuchaba los últimos recordatorios de su asesor
personal.En breves minutos iba a salir en antena
entrevistado por la conocida periodista de color y presentadora Diane
Gaines, directora del magazine matinal “Morning News” para emitir
un programa especial en circuito cerrado para el estado de Texas.Diane Gaines había negociado realizar una
serie de entrevistas a los candidatos a senadores y gobernadores de
los partidos demócrata y republicano de los estados de Norteamérica en las
elecciones primarias, preámbuloa las generales que se celebrarían el
próximo 1988.Eldrick Starkey era el primogénito del
terrateniente milmillonarioAriel Starkey, de origen judío y
octogenario, propietario de un espectacularrancho con trescientas mil acres en Fort
Worth, en el estado de Texas.Ariel Starkey comenzó su exitoso negocio
con la cría de ganado en una pequeña granja hasta que el destino lo
agració con el hallazgo de petróleo y gas natural en su reducido terreno.El entonces joven Eldrick continuó
expandiendo los intereses de su padre hasta que en 1959 estalló la guerra
en el Sudeste Asiático.Eldrick combatió en el Vietnam,
permaneciendo en aquel país hasta finalizar la contienda, llegando a alcanzar
el rango de capitán en una prometedora carrera militar.A su regreso de Vietnam, e influenciado por
su padre, abandonó sus aspiraciones castrenses para dedicarse a la
política.Con el inestimable e incondicional apoyo
moral y económico del patriarca judío y el beneplácito sin concesiones
de los republicanos, el primogénito de uno de los principales mecenas del
partido se lanzó al escenariopolítico consiguiendo la alcaldía de
Amarillo, una ciudad ubicada en el norte de Texas, donde su padre
también era propietario de una vasta extensión de terrenos con centenares de
reses.Ahora, y después de renunciar a una nueva
reelección en el Ayuntamiento de Amarillo, su próxima meta sería el
anhelado despacho de Gobernador del estado de Texas.Diane Gaines comenzó su entrevista con su
característica locución mordaz y sarcástica y precipitadamente se
apartó del guión establecido, emplazando a su interrogado a una situación
embarazosa.Robert Dunetz, su asesor personal y
director de campaña, permanecía atento, alejado del plató de grabación pero
visible ante la mirada y la conducta incómoda de su cliente. Robert,
balanceando las dos manos, le transmitía la suficiente tranquilidad para
que superara aquellos largos minutosde agobio.La conductora del programa cambió de
talante, y le concedió dos minutos para que presentara, de manera
sintetizada, las principales propuestas de su programa.El aspirante a gobernador tenía muy bien
estudiado su breve monólogo y evadiéndose conscientemente de exponer
las líneas fundamentales de su programa, increpó de manera
generalizada a sus contrincantes y apolíticos del Partido Demócrata,
calificándolos de parlanchines y temerosos de ejecutar iniciativas drásticas.-...El pueblo
norteamericano merece mucho más de lo que tiene ahora...Y necesita ensalzar los valores
morales y religiosos que se están transgrediendo...Eldrick Starkey seguía su retórica
conservadora y de carácter xenófoba, cuando se postuló como combatiente acérrimo
en impedir, de manera definitiva, la entrada de inmigrantes
mexicanos en la frontera de Texas y extraditar a todos los “sin papeles”.
-...El estado de Texas
será un ejemplo a seguir por el resto de los estados de Norteamérica, cuando estemos limpios de
parásitos, vagabundos y vividores...El republicano tejano lanzó, sin
contemplaciones, una cruzada contra la eutanasia, la homosexualidad y el aborto
y defendió a ultranza la pena capital.Diane Gaines, perpleja y sorprendida por la
intransigencia de su invitado, censuró educadamente su incongruencia ideológica
entre la vida y la muerte.-Señorita Gaines, se debe
aplicar la ley en todos los sentidos. Y en determinados casos, debe ser implacable.Contestó Eldrick Starkey.La presentadora, declinando la polémica,
solicitó a su entrevistado que atendiera a las preguntas de unos
oyentes.-Señor Starkey... si a
usted le parece bien, escuchemos a nuestros televidentes.La primera pregunta la protagonizó un
jubilado republicano que aplaudió las propuestas del candidato, lo
cual fortaleció anímicamente a Eldrick Starkey.La segunda voz que se emitió en antena era
fonéticamente distinta a la anterior y con un grado de ironía
cáustica y entrecortada, a la vez que resultaba algo distorsionada, por lo que
tanto el protagonista del plató como su asesor, a cierta distancia,
fruncieron el ceño.Diane, con disimulo miró a su realizador y
optaron en mantener la conexión telefónica.-...Buenos días, señor
Starkey... O prefiere que le llame ¿capitán Starkey...?Perdone mi inoportuno resfriado. Me llamo
Curtis... Soldado Curtis.Curtis Alexander Reynolds. No... No sabe
quién soy capitán. En Vietnam éramosmuchos soldados y, concretamente en el Primer Batallón de la 20ª División de Infantería
Estadounidense, éramos cien. Cien jóvenes, valientes y patriotas soldados... La compañía “Charlie”... Así
nos llamaban... ”Charlie”. De eso sí se debe acordar. No, ¿capitán
Starkey?El vaso de agua que sostenía Eldrick
Starkey en sus manos se deslizó entre los dedos y cayó en la moqueta del
plató.La voz anónima recordó un pasado tan ingrato
como perturbador para el político.-…”Tú no estás resfriado,
cabrón. Estás falseando tu propia voz…”Robert Dunetz, el abogado y asesor personal
del protagonista del programa, era consciente del peligroso tema
con el que aquel individuo, con su falso resfriado, había conseguido
llamar la atención.-Hoy quedamos muy pocos
de aquella compañía... Muchos, precisamente se quedaron allí... en Vietnam. Fueron los
denominados: “desaparecidos en combate”.De los que regresamos... más de una docena
no lo superaron y se quitaron la vida...Se suicidaron... sin más. Yo he tenido
mucha suerte. Me dejé una pierna en la jungla y luego me amputaron la otra
porque se me gangrenó y ahora estoy atado literalmente a una silla de ruedas y
unido sentimentalmente a una botellade bourbon... pero vivo... ¿No le parece,
capitán Starkey, que he tenido mucha suerte? ¿Sabe usted capitán, que hay
varios “Charlie” que se encuentran en el corredor de la muerte...? Condenados
a una inyección letal o a la sillaeléctrica... Métodos contundentes que usted
defiende tenazmente para desaparecer de este mundo... aunque muchos de ellos, en
alguna ocasión lo hayan deseado...Otros están encerrados en Hospitales
Psiquiátricos... Algunos llevan esas camisas atadas al cuerpo para evitar que
con los brazos, emulando llevar un fusil, disparen a todo el mundo... ¡Pobres
desdichados! Sin un M16 en las manos son inofensivos, pero... Y también
hay un montón de jóvenes, porque... todavía son jóvenes capitán, que están
internados en centros de desintoxicación.Empezaron a beber y a pincharse en el
frente... En Vietnam empezaron sus adicciones. Y lo más curioso... es que,
últimamente han encontrado a varios ex soldados de la compañía “Charlie” junto
a su familia, todos ellos asesinadosen circunstancias extrañas... Usted
desconoce la verdadera realidad, capitán Starkey... Usted fue el responsable de
aquella compañía... Fue responsable de que los “Charlie” fueran auténticos
soldados... infalibles... héroes... y de quealgunos dejaran su vida en aquel lugar
inhóspito que en los mapas de las escuelas de nuestros abuelos no figuraba.Sí, capitán Starkey, muchos jóvenes
lucharon y perdieron la vida contra un enemigo que jamás habían visto... pero
los Estados Unidos de Norteamérica nos instigó a que el Vietcong era el
adversario hostil y había que eliminarlo...¡Qué barbaridad...!La voz dejó de hablar y se estableció una
pausa.-¿Señor? ¿Está usted
ahí...?Preguntó Diane Gaines.-Se acuerda de ¿My
Lai...?El oyente prosiguió su monólogo y en aquel momento,
Robert Dunetz se levantó de su butaca como una exhalación
y gesticulando con sus manos exigía, sin resultado, a los técnicos
del programa que cortaran la comunicación.-¡Por supuesto que se
acuerda! ¡Todos no acordamos, capitán! ¡Todos nos acordamos... menos los quinientos
inocentes asesinados que dejamos en aquella aldea después de que la compañía
“Charlie” la arrasara sin contemplación...Allí, en la pequeña y tranquila aldea de My
Lai, los valientes soldados del Primer Batallón de la 20ª División de Infantería Estadounidense, nos exasperamos y saciamos nuestro odio con
aquellos campesinos..Alguna vez me lo he preguntado: ¿Por qué
les teníamos tanto odio? Niaquellos aldeanos ni ningún vietnamita, ni
del norte ni del sur, nos había hecho nada. No era nuestra guerra...¿No es
cierto, capitán Starkey?Sabe usted que la mayoría de los soldados
de su compañía y antes de meternos en aquel berenjenal, no sabíamos
dónde se encontraba Vietnam...¡Qué curioso...!Pues como decía, en aquel caserío alguien dijo:
¡”Todos son ancianos, mujeres y niños... No hay ningún
guerrillero...”!Y un oficial respondió: "Maten todo lo que se mueva...” ¿Maten todo lo que
se mueva...?¿Quién pudo decir semejante barbaridad,
capitán...? No había muchos oficiales en aquella... masacre. O ¿cómo lo
llamaría usted, capitán Starkey.?Si la memoria no me falla, y
desgraciadamente me acuerdo de todo... usted llegó en el último helicóptero.
Precisamente yo me quedé rezagado... Me ordenaron quemar una choza... recuerdo que
en su interior había heridos, varias mujeres y niños pero... cumplía
órdenes. ¡Todos cumplíamos ordenes!Ésta fue... la clave.Cuando salí de aquel cobertizo en llamas lo
vi. Era difícil identificarlo, con el uniforme, el casco y la cara
embadurnada de camuflaje... Pero su inconfundible revólver Smith&Wesson 44 Magnum
plateado con las cachas de asta de... ciervo lo delató. ¿Eran de ciervo,
capitán Starkey...? Era un arma letal. El característico estruendo al apretar
el gatillo... era inconfundible.¡Qué curioso! Los campesinos se creían que
aquel reluciente armatoste era un juguete...Tan brillante. Tan grande...¡Pobres desgraciados! Luego se dieron
cuenta de que no... No era un juguete...Pero fue demasiado tarde...¿Todavía lo
conserva, capitán...?No quiero entretenerle más, capitán
Starkey. Usted está en plena campaña y no debe distraerse con viejas hazañas
bélicas...Por cierto, capitán... No se preocupe por este vergonzoso episodio de
la guerra de Vietnam. Después delo de My Lai, con los muchachos hicimos un
pacto de silencio...Ya sé que lo he roto... Ha sido un simple comentario, entre
usted y yo... bueno, he hablado yosolo... pero usted me ha escuchado, ¿no es
cierto, capitán Starkey? Creo que la gente lo ha olvidado... Al pobre sargento
lo juzgaron, condenaron y lo absolvieron...El gobierno tuvo una cabeza de turco para
dar carpetazo a esa tragedia de Vietnam. No les convenía echar mucha
leña al fuego... ¿verdad? A nosotros nos dejaron que nuestra conciencia nos
pudriera por dentro y a usted...Dios le juzgará capitán Starkey... Dios le
juzgará.Se oyó el sonido del interruptor y el
pitido prolongado de la línea.
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