martes, 6 de marzo de 2018

A TRAVÉS DE LA CORTINILLA 31

Bali es el paraíso de Indonesia y su belleza extraordinaria se expande en sus terrazas de arrozales, en sus templos milenarios, en sus playas paradisíacas, en sus volcanes activos... pero lo que más me ha emocionado en mis viajes a la "isla de los dioses", ha sido siempre la sonrisa de su gente.
Para los balineses, la muerte es el inicio de un viaje a la felicidad eterna y por ello, consideran la necesidad de quemar el cuerpo del difunto y dejar el alma emancipada de ataduras y emprender el trayecto a ese nuevo mundo con total libertad.
Una de las ceremonias más espectaculares de Bali, es sin duda la NGABEN, la cremación de los muertos.
Este rito que se transforma en espectáculo, depende del presupuesto de la familia (desgraciadamente el dinero prevalece ante todo...)
Esta ceremonia puede ser individual o colectiva. Nosotros, tuvimos la oportunidad de presenciar y participar, invitados por la familia del difunto, a una ceremonia individual.
La estructura del féretro, si se puede llamar así, es de madera y bambú y alrededor del cadáver se depositan todo tipo de ofrendas. En Bali, las ofrendas a los dioses, que se realizan constantemente, pueden ser comida, flores, ropa, enseres, en caso de la cremación del propio difunto y por supuesto incienso.
La estructura con el fallecido es llevada a hombros hasta el lugar de la incineración, escoltada por un cortejo de personas vestidas con un colorido espectacular, a diferencia de lo que ocurre en occidente.
Una vez en la pira funeraria, todo aquel tinglado se envuelve en las llamas de la incineración.


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