Marrakech, “La
perla del sur” es hoy una gran ciudad amurallada con exuberantes jardines y
magníficos palacios y mezquitas.
Los promotores que dieron
notoriedad a esta bella ciudad de Marruecos, fueron en su inicio, los
millonarios de los años veinte y treinta y los artistas e intelectuales
extravagantes con sus fiestas psicodélicas en los años sesenta y setenta.
Nació en aquellos años el mito de
Marrakech erótico y bohemio y las generaciones posteriores desembarcaron en la
ciudad y algunos decidieron trasladarse a vivir a La Medina, la parte antigua de la ciudad, recuperando
antiguos edificios en plena decadencia.
Marrakech es una
ciudad favorecida por la belleza de sus palacios y edificios combinando su
característico estilo islámico con contrastados colores.
La gran belleza que se encuentra en el
interior de muchos edificios ubicados en La Medina, es indescriptible. Los
patios y extensos jardines así como el uso de la caligrafía islámica refleja el
puro estilo de la arquitectura de Marruecos.
En las afueras de la
ciudad se encuentran los Jardines de La Menara. Un conjunto de jardines, seductoras
palmeras, huertos, campos de olivos y un enorme estanque, todo ello construido en el siglo XVI que ya utilizaban
un sofisticado sistema de canales subterráneos. La dársena recibía el agua
gracias aun antiguo sistema hidráulico y la transportaba desde las montañas a
30 kilómetros de distancia.
En este idílico lugar, un sultán muy apasionado y aficionado
a organizar citas amorosas, construyó en el siglo XIX una “minzah”,
o pabellón o en este caso, un
”prostíbulo”, para disfrutar de los placeres de sus concubinas.
Las malas lenguas, dicen que en el Pabellón de La Menara, que recibe el
nombre de la pirámide verde que corona el edificio, el cabroncete sultán, al
amanecer y después de una noche desenfrenada, lanzaba al estanque a una de las
amantes que durante toda la noche la había seducido airadamente
Como baño matutino en un lago
sublime no estaba mal, siempre y cuando, la pobre y desdichada concubina,
supiera nadar…
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